Quienes vamos por la vida haciendo listas de prácticamente todo para tener un orden de todo lo que nos gusta y el nivel de importancia en el que se encuentran en nuestro universo, cuando llegamos al momento de enlistar a las bandas que consideramos las mejores en el universo y canciones que hacen de este un mundo mejor, llegamos al punto en el que hay agrupaciones que siempre serán parte de estos conteos: The Beatles, Nirvana y My Morning Jacket.
De las dos bandas anteriores lo sabemos prácticamente todo, así que, ¿por qué tener en un mismo campo semántico a My Morning Jacket si no es un nombre que habite por default en nuestra memoria? Primero porque MMY no se trata de una banda que necesite de una popularidad exuberante y segunda, porque la calidad de su música es equiparable a nombres como el Los Fabs o el de los más famosos del grunge.
My Morning Jacket se formó en 1998 en Louisville, Kentucky, así que sus influencias de rock puro y sureño los hicieron una banda de culto pero con claras referencias a Neil Young y The Beach Boys. No cumplían con las expectativas de bandas que comenzaban a perfilarse para romper los dos miles y eso fue lo que los caracterizó, que sabían qué era lo que querían y lo hicieron hasta perfeccionarlo.
Para quienes los descubrieron en sus años tempranos se convirtieron en una de esas bandas inseparables que crecen a la par incluso hasta en el ámbito personal, lo que la vuelve más importante y entrañable, pues siempre tendrán una canción en la que te puedas refugiar, encontrar la respuesta al complicado presente o bien, a entender el pasado para por fin dejarlo ir.
Jim James la voz líder, alma y guitarra protagonista a lo largo de siete discos ha buscado nuevas formas de crear sonidos la lado de personas como John Leckie (Radiohead, Muse), Tocker Martin (Rem, Beth Orton, Camera Obscura), Joe Chiccarello (The Shins, Rufus Wainright, Beck) como si se tratara de explorar cuevas para darnos nuevos paisajes que puedan musicalizar cualquier sentimiento, incluso lo que no sabemos que podemos experimentar.
Poner un disco de MMY, el que sea, es igual a abrir la ventana de tu recámara y mientras estás en el mejor lugar del mundo, en el que nada puede pasar, entra un aire acompañado de un gospel tímido y folk sesentero para hacerte jugar con hermosos y sencillos coros con algunas distorsiones de rock.
“Es un horizonte que siempre se difumina. La idea del éxito, lo que la gente piensa que es el éxito, no es realmente posible desde un punto de vista tradicional. Para mí, tiene que ver con hacer lo que disfrutas haciendo y darte cuenta que eres capaz de pagar la hipoteca con eso; estar exactamente donde quieres estar sin pensar que te tienes que ir, o que tienes que conseguir un trabajo adicional para hacerlo. Siento que para mí el éxito es eso.” dijo alguna vez Carl Broemel, guitarrista, y así de sencilla como es esta definición de éxito, así se sencilla y placentera es la música que hace MMY.
Así como Radiohead es una especie de hogar el que siempre puedes regresar cuando nada te gusta o cuando todo se pone mal y necesitas reconfortarte y limpiar el alma, My Morning Jacket es de esas bandas que definen el siglo XX porque tienen la capacidad de, sin importar cuántos años pasen, poseer una canción que te ayude entender la vida y le de un valor invaluable a un momento a solas mientras bebes una taza de café.
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